UN poco más de historia...
Hacia el siglo I A de C, China estaba dividida en siete grandes reinos. El arma principal de los reyes eran los carros de guerra, arma muy cara pero imparable. Pero en ese momento se inventa la ballesta, arma barata para infantería -y muy efectiva cuando de disponía de infantería numerosa- y el rey Sin comienza a derrotar a sus rivales y termina unificando China con un ejército de ballesteros.
Desde China llega primero la ballesta, que mata a Ricardo Corazón de León, rey guerrero por excelencia.
Las guerras medievales se resumen en asedios y guerra de desgaste.
Esta última variante, consistente en operaciones de pillaje llamadas cabalgadas, algaradas o algaras, lograba objetivos tan variados como el debilitamiento y la desestabilización política de los rivales, ganancias de botín, abastecimiento de tropas, etc. Los enfrentamientos entre ejércitos en campo abierto eran infrecuentes. Eran más comunes y decisivas las maniobras para tomar castillos y ciudades mientras se evitaban batallas que supusieran pérdidas elevadas. Los soberanos llegaron incluso a prohibir a sus ejércitos entablar batallas que pudiesen resultar decisivas.
1 En las pocas ocasiones en que podía tener lugar una
batalla campal, resultaba probable que la victoria fuera para el bando que hiciera mejor uso de los componentes principales del
ejército medieval: la tropa de infantería, la
caballería y los arqueros junto con la primitiva
artillería. Otros factores de importancia eran la moral, el liderazgo, la disciplina y la
táctica, así como el conocimiento del terreno.
Los
arqueros fueron también de gran utilidad en los asedios, pero eran aún más vulnerables ante la caballería en el campo de batalla, pues corrían el riesgo de ser arrollados.
A finales de la época medieval, el poder y la fuerza de la caballería pesada, y por lo tanto su utilidad, se encontraba al mismo nivel que el de la infantería y los tiradores. Para entonces ya se había probado la inutilidad de cargar contra una tropa disciplinada y bien emplazada. Las reglas de los combates habían cambiado. Las estacas,
trincheras y otras trampas se utilizaban astutamente para protegerse de las
cargas de caballería. Atacar una
fila cuantiosa de
piqueros y
arqueros resultaba una masacre para los caballeros. Estos se vieron entonces obligados a combatir a pie o a esperar el momento preciso para atacar. Por lo tanto, las devastadoras cargas de principios del periodo eran posibles, pero únicamente cuando el enemigo rompía filas y huía, se encontraba sin orden o estaba al descubierto y sin opciones de defensa.
La ballesta es un
arma que comenzó a ser utilizada en Occidente de modo masivo en el siglo X, siendo la evolución y perfeccionamiento del
arco y
flecha. El primitivo arco de madera fue sustituido por una versión con un potente arco metálico formado por una o varias varas metálicas unidas (como un
muelle de carruaje), llamada
arbalesta.
La ballesta se podía disparar cuerpo a tierra, a pie o a caballo, y no precisaba de tanta destreza como el arco para darle al
blanco. Su lentitud de recarga era la gran desventaja: mientras el ballestero disparaba un
virote por minuto, en el mismo lapso un hábil y fornido arquero inglés/galés, con su enorme
arco de 1,80/2,00 metros, lograba disparar diez flechas, a casi 300 metros de distancia.
El Papa Prohibe su uso...
La ballesta revolucionó las posibilidades individuales de dar muerte al enemigo: cualquier inexperto podía matar a distancia a un consumado guerrero. Esto resultó tan novedoso y amenazador que incluso mereció que el
Papa Inocencio II, en el
Concilio de Letrán del año
1139, prohibiera el uso de la ballesta entre los ejércitos cristianos, y en una
bula papal prevenía a la
cristiandad contra su empleo por «el peligro que representaba para la humanidad un arma semejante».
La ballesta constituyó el anticipo más equivalente a las armas de fuego. Como en estas, la ballesta se gatillaba y se apuntaba acercando el ojo al extremo del carril saetero para alinearlo con el blanco a acertar. Su efectividad a distancia solo fue superada por la
pólvora. A los soldados que portaban esta arma se les llamaba ballesteros. El
II Concilio de Letrán prohibió el uso de la ballesta contra cristianos.
También nobles y soldados, tomando el cielo por testigo declararon que una guerra en la que emplearan ballestas que lanzaban flechas pesadas no era honorable.
Durante cinco siglos, comenzando aproximadamente en el año 1030, los ballesteros fueron enrolados en los ejércitos continentales. Sus servicios bélicos fueron eliminados entre 1522 y 1525... España los mantuvo hasta mucho después, sobre todo en la América descubierta por Colón.