Cuentos

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DeletedUser1599

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AlohaMora, intergalactiques humanes interdimensionales. Publiquen sus cuentos si no tienen miedo a los derechos del jabòn, jabòn neutro en la medida de lo posible o del autor en su defecto. Empiezo io.



El Ser del Agujero Negro.

Que lástima padecer solo observando elevado, inconsciente pero con conocimiento de causa. "¿Qué importa?" Algune dice por allí mientras Mr Jaid se escabulle por sus mentes. Él siempre hace desastres, nunca se contenta con ser un ente ajeno sugestionador, jamás se cuestiona su origen y mucho menos va a desprogramarse para su posterior derrocamiento psicológico. Siempre se escuda en penas absurdas! Cuéntenme que pena no es absurda y quizás los dejaría tranquilos. Esa pena retraída bien adentro, que jamás alza su voz haciéndola normal. Tememos que nuestras penas se transformen en algo habitual, asimilado, procesado y bien comunacho (común), esto último lo peor. ¿Que sería una historia de amor contada como si fuera de cotillón? Mr Jaid se remoja el pelo, se acomoda el flequillo. Florecido desde su primer muerte terminada en aquel primigenio sepulcro egipcio, ese remolino acaricia su frente para recaer como un girasol, un tornasol. Nunca recuerda en qué casa se encuentra, lo nota difuso al despertar e indiferente al despabilarse. Se despierta, desayuna y sale. Nunca lo veo volver, jamás lo imaginé o imagino volver. Supongo que ese es su secreto, hace el trabajo más frío, efectivo y rápido. Suena a agente encubierto, pero realmente no tiene nada que ver con eso. Digamos que es un ente difícil de ser separado. Es al único al que realmente abarca la frase: "Yo soy uno y al mismo tiempo, el todo".

Ya es tarde, como las 10 de la mañana. En el comedor hay gente totalmente desconocida. Un niño y una niña, una abuela tejiendo, un adolescente y una madre. Ellos lo conocen, lo conocen muy bien, pero él se rehúsa a que se queden impregnados en su memoria. La televisión está prendida ahí en lo alto y todos en la mesa sentados. El mantel es de tela plastificada con rosas, un mantel de pobre. Jaid pudo notar un agujero de quemado en él y al instante sintió el olor que emanaba aquella extraña autoridad femenina. Ella, la madre, hace unas tostadas mientras toma mate con la abuela y le da la leche (que consume un animal que va a llegar a pesar 700 kilos) con chocolate a sus niñes. El adolescente se toma su café con fluido vacuno mientras mira inocentemente al piso imitando lo que haría su padre. Tanta opresión femenina lo mantiene inseguro y sumiso. La abuela escupe su resentimiento ante el presente. "Tiempos eran los de antes" le dice la abuela al mundo mientras mira a su hija. "Mucha razón, mamita. Estos pibes están perdidos". La niña ahí presente quiere alzar su voz, pero su madre y el otro vejestorio con patas abomban el ambiente cual medio masivo de comunicación. La niña asume su desventaja y mira a su hermanito pequeño. "No las escuches. La abuela dice eso porque le cuesta mover los pies." El niño mutante se queda pensando y no duda en actuar. Se para de su silla con una sonrisa en la cara y migajas de galletitas prohibidas en su buzo. Se acomoda al lado de la tejedora abuelita que seguía derrochando sospechosa simpatía. Agarra su mano, pobre, no sabe lo que le espera. La abuela sigue en su lujuria resentida y postra sus ojos ante esa patética charla de cajero automático. El niño no se rinde y sin patalear, agarra mas fuerte su mano y la tira en dirección a la puerta. La anciana que pretende volver a tejer, ve la mano de su niño y suavemente la saca, siguiendo con su arduo labor de prestarle el culo a esa silla. El niño vuelve arrepentido a su asiento y espera sus terroríficas tostadas mientras su hermanita lo consuela y felicita a su manera. Mr Jaid los mira desde la puerta a todos acomodados. Irrumpir allí es quebrar la monotonía, jamás iba a volver a estar ahí. La indiferencia gana, sobre todo la indiferencia de él. Se acomoda y toma asiento mientras pide un jugo de naranja exprimido. De la galera saca un dulce de leche de coco. Todos quedan sorprendidos ardiendo en dudas. "¿Qué es eso?", Jaid no responde. Agarra el control de la televisión, manipula sus botones. Decide parar con total consciencia de sus intenciones. Un estudio amplio, gente sentada en extravagantes sillones y caras reconocidas para los seres de esa casa. Todes se quedaron hipnotizados. El adolescente por fin miró virtualmente hacia arriba. El niño olvidó su tostada y la niña su rebeldía. De la boca se les escapaban las sobras de sus rancias descomposiciones, a todos. La conductora de ese programa oligárquico de bajo presupuesto, toma la palabra e invita a sumarse a un o una personaje. "¿Para qué?" grita Mijail en un congreso de trabajadores en Ezpeleta al mismo tiempo, porque él sí cuida su cabeza. Se la lava con jabón neutro. Todes conocían a ese ser por esas historias reproducidas en masa por los mismos actores de siempre. Esos que odiamos y creemos que son insulsos, vacíos, purulentos. Jamás nos metimos en su piel para definir que había de mal ahí. ¿Era su actuación? ¿La historia en si? ¿Lo burdo de esas patéticas bobinovelas? Y cuando realmente visualizas al humane detrás del actor, te das cuentas que su historia real es bastante parecida a la tuya en muchos parámetros estructurales. Seguro que padeció la misma educación que vos, estoy seguro que quiere trabajar y fomentar la construcción de esta cultura, debe ser bastante obvio que debe querer formar una familia, mas obvio que tuvo o tiene novia, quiere a su familia, quiere la paz en el mundo y la felicidad. Desea el amor mientras pisotea todo sentido posible. Que loco, ¿no? Al menos los señalamos y decimos: "vos sos malo, actuás mal" y le sacamos la lengua. El asunto es superficial, es ver solo la imagen que percibís en una pantalla. Pero lo ves, ves todos esos cables que lo conectan a una central comandada por reacciones electroquímicas que acomodan los tercos sillones donde nuestros enormes culos apestosos van a depositarse insosteniblemente en el futuro. Todo estos cables aturdidos bajo la lava subterránea, mental y ficticia de un ente vibrante acumulador de inmejorables cadenas de cobre, se aíslan aferrados bajo la mente cabizbaja del suicidio mudo. Si la bala son palabras, el arma es la comunicación ¿De qué servirá explicar de forma literal lo que no se puede ver o tocar? La estructura está ahí, a mi no me la vengas a agitar de misterioso. La conductora, generadora de una intriga fútil y negadora, claustradora de mundos ausentes, no evade la ilustre e insulsa presencia de ese ser angustiado como recién nacido sin madre y despojado de su identidad histórica. Le pregunta de su vida, se acuesta en su cama, lo mima, lo agranda y exprime ese jugo sudoroso de gallinas hacinadas. Es su turno, a esta gallinita le llegó la hora. No quiero explicitar lo banal de ese cuestionario, me parece imprudente e insensato, pero no debo dejar de recalcar la expresión insonora que ese hecho grabado por ese estudio tan serio tiene solo ante mis ojos. A cada pregunta reproducida con una simulada sonrisa, este ser le contesta paulatinamente. Espera como se le instala la actualización para no salirse del molde, no vaya a ser cosa que lo hagan pollo. Es interesante ver la mirada perdida que producía entre esos vacíos legales. Si alguno vio alguna vez la mirada perdida de un paciente psiquiátrico, me va a entender, es muy similar. Lo aun mas perverso es la notoria evasión de esos manipuladores de la opinión pública, pero mas tétrico es que la evasión es inconsciente. Lo trágico del poder no es el poder en sí, son sus desconocidas e inhabitables dimensiones inconscientes para el común del geriátrico popular (aquel geriátrico que no discrimina por edad). ¿Hasta dónde escala esa montaña o como es que termina muerta esa mariposa en nuestras manos? Es que claro, de a poco se comienza a notar, esos cables se volvieron plaga, masivos, peligrosos y conflictivos. De la nuca de esa cabeza rubia, a la conciencia se le brinda como escape de esa recurrente insatisfacción identitaria un puente de salida hacia un olvidable riachuelo y al lado otro puente de entrada hacia la satisfacción pasiva de la tolerancia, ignorancia, indiferencia e insensibilidad. Hubiese sido mas fácil decir sumisión, pero es interesante definir esta palabra. En un punto sus respuestas ya están acostumbradas a generar la misma sensación de fantasía. Al notar esto, la realidad se tuerce aún más. Esos vacíos legal-mentales también afectan a esa aterradora mujer. Creo haber sido explícito en mi inconveniente con lo literal, solo falta el examen ¿Qué falla en eses humanes reproductores de acción ficcionada? Que algo falla, no hay dudas, creo haber aclarado.

Aquel ilustre señor comiendo sus saludables tostadas y su exprimido de naranja se descostilla por dentro, pero su seriedad anula cualquier exceso de energía. Es todo un señor bien precavido. Antes de terminar su última tostada para luego acabar su delicioso jugo, mira con profunda inquisición los rostros de aquelles humanes desposeídos. Él siempre se guarda sus observaciones, no se deja entrometer de esa manera. Deja marcas profundas pero imprevistas, impredecibles. Prefiere no quedar pegado a las palabras. Un ejemplo de dios occidental. Sus vasallos hacen de voceros también, cual jesús pero protegidos. Supongo que ese vivir de delegar responsabilidades lo tiene visitando una casa por día. No tiene drama en pagarse el avión que se tenga que pagar para ir a donde crea que deba ir. No era un problema solo de personas, también del lugar. El desapego es total y el miedo avasallante. La interacción la hace de noche, al despertar es muy quisquilloso. La humanidad se encuentra corroída y él lo sabe, no se deja corroer. Se para, deja su suciedad limpia y saluda a cada uno. Ninguno pudo aprovechar su presencia. Debe ser difícil aprovechar la presencia de un solitario. Soledades, angustias, todo siempre pasa por su cuadra, porque él es quien realmente importa, el resto del cerebro es solo un cachorro que se le da de comer de vez en cuando. Hay momentos de consumo excesivo, imprudente e improductivo igualmente. Esos momentos para algunes son una agonía. Nada en exceso hace bien y mientras rogamos para que no haya desempleo y que nuestros pobres vecinos consigan trabajo, trabajamos 8 o 10 horas por día, 5 o 6 días a la semana. Nosotros realmente queremos el empleo digno y universal para todos, solo que no estamos dispuestos a compartir lo que nos enseñaron que es nuestro. Que hay trabas legales no lo dudo, pero donde unos ven excusas otros ven simples piedras. Si tropezás, te volvés a levantar. Si dejás de volar en un juego de realidad virtual (algunos de esos juegos no se consideran juegos), atenete a la realidad cósmica. ¿Quienes fueron nuestros maestros? ¿Quienes son nuestros maestros? ¿Quienes serán nuestros maestros? Mas allá de la dicotomía de la falsa bondad con su caridad repulsiva y el mal intencionado juicio elaborado, perpetuado por un laboratorio instalado en el medio de un desierto de silencio inseguro y camuflaje espiritual y transportado el juicio por cables de tinta hacia un cerebro desprotegido, los límites son difusos. En el plano general largo el peso dramático no reside en la nimiedad del personaje, sino en la arremetida del contexto. ¿El lobo habrá oído su propio llamado? ¿Seguirá sirviendo a su amigo por los grandes valores de la amistad como sumisión? Me estoy yendo, yo quería hablar de esos momentos de consumo excesivo, imprudente e improductivo. Voy a seguir con eso. Mr Jaid debe estar enojado, pero no importa, yo sé que puede cambiar. Siempre cuando me hablan de algo excesivo, explosivo (imprudente) y dañino (improductivo), con lágrimas de victimización en los ojos, lágrimas de desencuentro, porque eso es la victimización, un desencuentro con uno mismo, siempre me acuerdo de una invención de mi memoria o quizás de mi imaginación, supongo que eso solo lo sé yo o no. Imagino un cuerpo podrido por fuera, pero muy sensible por dentro. Todes veían solo lo podrido de eso, todes, creo que el resentimiento los cegaba y sesgaba. Siempre se lucha contra ese resentimiento, pero perdura en la nebulosa poseída por Mr Jaid. Micro-resentimientos en forma de golosinas, de gomitas o esos lenguetazos chistosos, marcando la frontera y esto es crudo. ¿Cómo pedirle una madura y sensata sensibilidad a un ser con la realidad torcida o, peor aún, dada vuelta? ¿Cómo hacerle entender que acá también hay sentimientos y brazos en los que recaer? Pero no, el metustorio* nos obliga a doblegarnos ante su poder. Y claro, creemos que esto es todo lo que hay, siempre nos enseñaron eso y nos resignamos. Podremos liberar nuestras mas superficiales cadenas a medida del tiempo, pero la solidaridad se pierde, siempre se pierde. Yo creo que es solo una cuestión de exteriorización. Si fuera presidente mi primer ley sería que todos usen la misma ropa dos días a la semana e intercambien casas y hasta convivencias humanas, es decir, la familia. ¿Por qué no los trabajos o sueldos? De nada funcionaría venir a imponerle la solución a la gente sin que sea creada dentro suyo. Nos queremos salvar del furioso vecino que nos asesina a cuchilladas nuestra pelota de lana, eso en la infancia, claro. Las paredes son altas y uno de chiquito entiende la propiedad privada. Si no la entiende no hay de qué preocuparse, siempre hay un perrito supervisando la creación de la conciencia comercial. Nos queremos salvar de la discriminación mientras sostenemos la señalización del peligro portacional de rostro/barrio. Queremos ser sensibles y caminamos dormidos a ese lugar donde vamos a encerrarnos 5 horas en intervalos de una con recesos de 10 minutos, desde los 3 años hasta los 18. "Nada de hacer ruido o pararse en clase". Y es claro, la sumisión insensibiliza y la rebeldía quiebra esos muros con uno mismo. Tengo la sensación de que eso de usar uniforme es una forma de minimizar la voluntad propia. "Si él lo hace, ¿por qué vos no?", el ejemplo siempre tiene surgir. "Si él lo hace, ¿para qué querés que lo haga yo?", sería como fomentar en las divisiones inferiores de futbol solo una posición, bastante absurdo. La salvación. La salvación política, la salvación espiritual, filosófica, cósmica. Si de algo concuerda la vecina de en frente con el vikingo de hace 1500 años, es que la salvación siempre pasa por un conjunto hasta llegar a un todo.

"El problema lo tiene el sistema que hace pobre al pobre!" Si después de esa frase viene la resignación, entonces notás que es una pose rebelde. "Nekro, es muy real" le grita el mudo al luchador que rompió el silencio y mientras el romanticismo solidario lo expande, también lo define. La rebeldía en su estado puro, el romanticismo solidario es su estado consciente. Debemos odiar lo que está mal. ¿Quién está mal? El sistema que nos da nuestra micro-personal-felicidad seguro que no, porque de vez en cuando te vas a tomar un helado con tu pareja o ves a tus amigos y la pasás re bien, aunque alguno de esos seres derroche sulfuro en sus palabras oxidadas. Ves esa serie que te vuela la cabeza y te sentís comprendida en la fantasía, por mas insípida y vacía que sea. Puede ser un libro reflexivo de Kropotkin o el miasma literario de Dostoievsky o la lujuria de un libro de auto ayuda. ¡Te vas de vacaciones o a vivir al Himalaya por amor! ¡Amor a la vida! Que bella y tierna es la exclusión por amor. "No puedo tolerarte realmente, así es que me excluyo de ti, pero quiero lo mejor para vos. En serio, ¿por qué no me crees?". Solo estoy escuchando la charla telefónica de un lado. ¿Algune sospechará qué puede qué sea un humo amoroso? No importa si después cuando volvés al medio del barro tenés miedo de andar solo por la calle, eso da igual y sí, estoy hablando de los hombres, porque el miedo lo tenemos todes y el resentimiento nos brota a puertas cerradas y cuando se abren todo es miedo. Si eso no importa, mucho menos va a importar el pobre pibe de 12 años que hoy necesitaba 17 pesos. Los tenía contados. Se notaba tanto que era una meta impuesta por otro. Obvio, sí, eso, exacto, una lástima, me tuve que ir. Tuve que ir a dar ese examen en el que seguro me saqué un diez, ese examen tan importante. El profe había avisado que no llegue nadie tarde, me hubiera encantado hacerle una pizza de queso de papa. Enseñarle a hacerlas. ¿Qué mas barato que una pizza de queso de papa? Encima rica. Sí, hubiese sido un día re zarpado seguro, aunque después llegue tarde a su casa y lo caguen a palos, aun así, hubiese estado bueno y espero no ser egoísta por eso. Pero vamos, sí, me podrían decir que ese cuerpo podrido por fuera pero muy sensible por dentro es muy cliché. Está bien, te la acepto. Ahora hablemos entonces de aquellos excesos que nos enseñaron a tener como la clase media pa arriba que somos. Somos, de hecho, los mas esquizofrénicos, neuróticos, soberbios. "Nosotros estamos bien!" Repite la señorita en clase, ¿o era un señorito? No me estaría acordando. La cosa es que la niña o el niño estaba con recelo tomando la posición de la cámara-actor que le enseñaron a tomar, pero siguió a fuerza de represión interna. Creo que todos sabemos que no existe represión exterior, es solo interna. A veces tenemos miedo de tener la razón o por lo menos dársela a eso que podría surgir, entonces el miedo nos controla y nuestras patitas tiemblan y en el desenlace, el genocidio filosófico estereotipado nos vuela el cerebro. Por acá muches dicen que hay que matar a les policías, otros a les negres, otros a les faches, algunes a les polítiques, anarquistas, comunistas, feministas. Somos todas flechas con algo en contra seguro. Muchas fuerzas sin potencia, divididas y en direcciones contrarias una a la otra. Esa terca represión interna, ¿cuántos suicidios habrá provocado? Por suerte había amor. Poco quizá, lo suficiente, un montón. No estaría diferenciando eso en el resultado. De seguro que de parte del destino del pobre no escapaba, lo tenía demasiado cerca y sin cadenas físicas. 3 cuadras para un lado, 5 para el otro, 30 para el otro, 20 para el otro costado, ibas donde ibas notabas la diferencia cuando hacías esas cuadras en cada una de esas direcciones. Es que somos tan parecidos que no nos damos cuenta, no queremos creerlo, nos negamos. "Yo soy yo" dice el niño o la niña, no recuerdo, si recuerdo que era un ser caprichoso en demasía. Si hay una verdad absoluta es que el síndrome de estocolmo existe, amamos a nuestros verdugos, ser sumisos, pasivos es mas cómodo que luchar contra la gravedad. Por suerte la televisión me acaba de decir que no hay verdades absolutas. Dudo de sus reales intenciones.

Escupimos la toxina rancia en un charco de secreciones intestinales de vacas enjauladas. Escupimos nuestra repulsión instintiva y masoquista de la dualidad de dos conceptos antitéticos. Un ojo derretido en una explosión de dimensiones galácticas dentro de la energía de un quark vibrante. Debe ser esa nuestra aferrada inclinación, pero de tanto convivir con el verdugo nos empezamos a llevar bien y cada vez somos mas chuecos. Le hacemos chistes y generamos buen clima. Debe haber un ambiente ameno, una máscara de tolerancia rancia. Por eso Mr Jaid se esconde a plena vista y luz del día, con ojos cerrados o abiertos. Ojos cerrados, aunque sea biológicamente imposible, tiene mucho sentido. Mr Jaid escabulle su incandescente luz sagrada buscando algún rastrojo de algo que le dé poder y siempre estamos contaminados. Porque a él le encanta la diferenciación. Le encanta que su víctima se crea víctima por ser perfecta, la bondad iluminada.

El señor de señores, señor de joyas y escepticismos, creador de duda y desorientación en pleno apocalipsis desértico, se siente mas poderoso que nunca al salir de esa casa. El día está lejos de ser precioso. Las nubes hacen sonreir a Mr Jaid que mira donde la punta de sus botas se direccionan. Nadie lo nota, solo yo puedo verlo. Le encanta sentir el poder del misterio. Aunque yo lo mire, solo lo observo actuando y con el telón ya abierto. Las calles se tornan mas amoldadas. Grandes edificios se expanden para arriba a medida que su bota pisa firme el asfalto. Aquellos que construían su primitivo orden. Usados para ser derribados cuando el negocio vaya mal bajo alguna vil excusa, como la guerra. Ilusos cuerpos caen en forma de lluvia desde aquellas terrazas simplonas y él no lamenta ampliar su sonrisa a medida que golpeaban contra el suelo. El sonido intenso de esas constantes caídas son sinfonía para sus oídos. No hace sonar el Requiem de Morzart no porque no le guste, simplemente no le desea la paz, ni el descanso a nadie. La pequeña masacre termina una vez dentro del aeropuerto pintado de felicidad, con una volátil carcajada se ríe de la estupidez con los que les humanes se sienten férreos propietarios. Su intención no es reírse constantemente, pero ante mi obsesivo control no quiere descontrolarse de ninguna manera. A través de los grandes ventanales se nota la inmensa tormenta que ha llegado a esta ciudad. Mucha suerte tendrán aquellos que no iban a volver a pasar por esa puerta y él cree mucho en la suerte, la respeta cual superstición cosmocócicamente determinante. No hace ninguna cola. No agarra, ni compra ningún boleto. No le es necesario ni siquiera saludar. Pasa por un costado maquiavélico mientras una hermosa mujer de pelo blanco le abre la puerta. Él sabe que es hermosa, probablemente siempre supo de su mutuo encuentro. Sigue como si la indiferencia hubiera creado su presente dinámica y toma un avión hacia quién sabe dónde. Va a llegar al atardecer, cuando a él le gusta arribar. Creo que decide su destino dependiendo de a qué hora llega. Mientras sube decide visualizar por última vez aquella apretada ciudad. Su perversidad es su peor paso, pero aunque no se crea humano, se desvive por sonreír. La ciudad es humo sin siquiera rastros de escombros y mientras su sonrisa arde en tamaños siderales, yo me escabullo en su auténtico desenfreno. Él no entiende de semáforos o prioridad de paso, pero sí de agujeros negros. Minutos después de su acomodo, suena un teléfono que la azafata pasa urgente al piloto. Nuestras mejores protecciones pueden convertirse en las peores debilidades. La terquedad lo aísla en su deber y, negado a ser, debe tomar recaudos. Son esos mismos recaudos los que van a alumbrar su perfecta caída. Apartado en su propio sector, lee de corrido lo que él cree las bases del "arte subterráneo", mientras toma su limonada alcalina. Hace meses que trata de descifrarlo. Algunes dicen que todavía están torturando al creador de semejante arte, pero Jaid me dice que sea escéptico y a veces me gana. Estas estadías en casas ajenas se tratan precisamente de eso, descubrir mas sobre ese arte. Siempre había preferido enormes montañas o bosques impenetrables para su rutina diaria. Todos sabemos que hay deberes indelegables. El avión aterriza sin ningún problema, su puerta personal se abre y baja las escaleras mientras el atardecer escapa con su descenso. La mayoría de las veces llega horas antes de su desaparición. Si tan solo pudiera mirar al sol, pero él protege mucho lo que pasa a través de sus sentidos. Caminando, sin valija y con una nueva ropa, comienza a contaminar el ritmo del sitio. Sus noches son privadas, solo algunes gates saben sobre ella y les cuesta divulgarlo. Nada sé yo de ellas. Arribo con la luz del sol, donde el es más vulnerable. Al levantarse en solitario como tiene costumbre, va hacia al baño, remoja su pelo, su cara y se postra en la puerta del comedor donde la familia en cuestión toma su desayuno. La habitación es lúgubre, tétrica. La depresión invadía los movimientos concisos de ese cuchillo cortando frutas. Una madre dominaba esos movimientos o, por lo menos, creía hacerlo. Con la misma picardía e incidencia que el día anterior, agarra el control del televisor, ya con el desayuno servido y elige conscientemente un canal en particular. La madre lo mira hipnotizada y el señor de señores se descostilla por dentro. Una niña se le aparece de la nada, clavando su firme mirada en la duda de Mr Jaid. No recuerdo qué idioma es ese que hablan pero creo entender el diálogo mudo entre ambos. Jaid está muy tranquilo y egocentricamente impermeable. La niña lo invita a pasar a lo que ahora es su habitación. Plagada de fotos, frases escritas y dibujos, Mr Jaid se queda embobado espiando. Mira con detenimiento las fotos donde siempre aparecía un mismo hombre muy parecido a esa niña. Le pregunta a ella quien es esa persona. La niña no contesta, mira hacia atrás y señala una pared en la oscuridad. Mr Jaid se da vuelta después de ella. Al no haber luz, corre las cortinas, abre la ventana y se descubre dicha pared. Que las paredes hablan no hay dudas, aún sin todavía descubrir qué decía, eso es de conocimiento público. "Requiem para vos. Firma: Tu arte subterráneo". Parecía que alguien estaba jugando con su mente, pero era una simple niña, ni mas ni menos. Ella lo toca con las manos y señala a un rincón iluminado con un espejo en su vértice. Agarra de la mano a Mr Jaid y lo acomoda frente al espejo. Se desconoce si había mirado antes su rostro y cuerpo alguna vez, pero se siente muy a gusto con su figura, aún si recién lo está conociendo. La máscara cae bajo su inoportuna presencia. Él es ese ser que aparecía en todas las fotos. A él le dedicaron un grato descanso. La niña se aleja hasta perderse en el agujero negro que es la oscuridad. Es un agujero negro para él, aunque de allí mismo provenga su salvación. Me han contado historias de cómo fue que él creó ese agujero negro, pero se horroriza al verlo. Temblando y pálido huye atormentado por su propia tormenta, vulnerable como una casa de cartas. Su control está obsoleto y su ser completamente desnudo. Puedo ver paso por paso, huella por huella, como gps intravenoso. Trata de escapar de ese agujero y cuando por fin iba a quebrar el propio silencio, sus ojos brillan, el miedo es expulsado bajo un cruel resignamiento anterior a la reencarnación y su expresión se libera sumergiéndose en su imposible pesadilla. Los cuantos de luz o las ondas lumínicas lo transportan al cauce de la primitiva energía dinámica del universo. Él solo percibe el encierro futuro, el olvido y el eterno y constante avance del único tiempo. Algo se levanta al lado de la niña. Ella, aferrada a eso, evita su alzamiento y logra sostenerse en ese pecho y contenerse en ese brazo izquierdo que la rodea. Eso, sin mirarse al espejo y con detallistas movimientos para evitar el despertar ajeno, levanta un lápiz del piso y concluye sus insólitas vacaciones con el puño apretado y su temporal voz muda alzada y construyendo un camino. "Oh mi tan ansiada clase media! De esa que no nos queremos alejar o a la que, mínimo, nos queremos unir. Sos tan patética en tu soberbia y tu conocimiento de posgrado. Espero que en la próxima lluvia no uses impermeable. Por mas limpito y bien que huelas, por mas bien que vistas o creas comer, por mas ejemplo que creas ser para lo sociedad, por dentro sos la metástasis de la maquinaria con la que tu predicado se forma. La barbariesca clase media que lucha por erradicar el mal de la sociedad, ¿habrá pensado en erradicar su conciencia de convento religioso?"

*Metustorio: Lugar del miedo.
 
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