Los grandes ¨topos¨del espionaje

  • Autor de hilo DeletedUser49
  • Fecha de inicio

DeletedUser49

Guest
dwvrWKjRThKIuOnWxIbK1w.png


Snowden es el último de una estirpe que incluye figuras como Robert Hanssen o Kim Philby


kim-philby--644x362.jpg

El agente doble Kim Philby. / Archivo


Acostumbrados a moverse entre bambalinas, su pericia se calibra en función de su capacidad para obtener información sensible sin dejar rastro de su presencia. Son seres aparentemente grises cuyas actividades se desarrollan bajo la cobertura de tapaderas milimétricamente preparadas y que ocultan su verdadero rostro incluso a sus más allegados. Se juegan la vida para servir a su país y sólo de tarde en tarde el público tiene un atisbo de sus hazañas tamizadas por la pluma de escritores como John Le Carré o Frederick Forsyth que desvelan los engranajes de las acciones ocultas de los gobiernos en novelas que dejan al lector con la duda de si la ficción supera a la realidad o si ésta va mucho más lejos que aquella. El mundo en el que se desenvuelven cambia a velocidad de vértigo: los denostados enemigos de otros tiempos trocan a veces en incómodos aliados, las siglas a las que sirven mudan su faz. Pero, en el fondo, su labor sigue siendo la misma: adueñarse de aquello que rivales y amigos preferirían que jamás se supiese, borrando cualquier huella que permita seguir sus pasos.

Claro que algunos mudan su piel de héroes fantasmas por el mucho más visible ropaje del traidor, bien sea vendiendo su alma al enemigo o evitando seguir renunciando a sus ideales en pro de la organización que les reclutó. Sus nombres salen por fin a la luz -por voluntad propia en el segundo de los casos, a su pesar en el primero- e ingresan en la reducida pero célebre lista de los grandes 'topos' de la historia, un batallón que conoció a sus más gloriosos integrantes en tiempos de la Guerra Fría y cuya última incorporación, Edward Snowden, sigue carcomiendo la autoridad moral que Obama pretendía devolverle a Estados Unidos. Estos son algunos de sus más ilustres predecesores en la tarea de sacarle los colores a los jerarcas del espionaje.

Kim Philby


Kim_Philby.jpg

Es el auténtico catedrático de los agentes dobles, el maestro de los 'cinco de Cambridge', la red que burló durante años a Occidente suministrando valiosísima información a la Unión Soviética. Hijo de un oficial del Ejército británico, se hizo adepto del marxismo durante sus años de estudiante y en los años treinta fue reclutado por la OGPU -predecesora del KGB-. A iniciativa de su amigo Guy Burgess, otro ilustre 'topo', ingresó en el SIS -del que más tarde nacería el MI6 británico-, que fue incapaz de detectar su verdadera cara. Trabajó en las embajadas británicas en Turquía y Washington, puestos desde los que tuvo acceso a ingentes cantidades de materiales que serían cumplidamente suministrados a Moscú. A comienzos de los cincuenta, sus actividades comenzaron a estar bajo sospecha, como las de sus amigos Donald Maclean y Guy Burgess, a los que ayudaría a desertar. Él tendría que hacer lo mismo en 1963, año en el que llegaría a la Unión Soviética para convertirse en una sombra de lo que fue. Alcoholizado, quien desempeñase un papel capital en la revelación de secretos sobre los arsenales nucleares de Estados Unidos, pasaría sus últimos años impartiendo seminarios de inteligencia. Tras su fallecimiento en 1988, sus restos fueron depositados en el cementerio de moscovita Kúntsevo, junto a otros viejos héroes de aquel país por el que traicionó a su patria.

Kim Philby revela sus secretos como agente doble para el KGB

14597546260990.png


Kim Philby es el más exitoso espía en penetrar el aparato de seguridad de Gran Bretaña y pasar secretos a la Unión Soviética
"Queridos camaradas". Así comienza Kim Philby, el topo que el KGB tuvo durante los años de la Guerra Fría en el corazón del MI6, la descripción en un perfecto acento británico de su carrera como agente soviético. El metraje, descubierto por la BBC, muestra a Philby, el más exitoso espía en penetrar el aparato de seguridad de Gran Bretaña y pasar secretos a la Unión Soviética, dando una conferencia a los espías de la Stasi, el órgano de inteligencia de la República Democrática Alemana (RDA), en 1981.
Durante su intervención, el agente describe la facilidad con la que robó secretos a los británicos y cómo nunca perdió los nervios, incluso cuando había sospechas sobre su verdadera identidad. Philby mantiene que simplemente se hizo amigo de los archiveros yendo dos o tres veces por semana a tomar una copa con ellos: "Si hubiera habido una disciplina adecuada en el manejo de documentos en el MI6, mi trabajo como espía habría sido imposible"."Cada noche salía de la oficina con un gran maletín lleno de informes. Solía entregar los archivos a mi contacto soviético esa misma noche. Los documentos se fotografiaban y a la mañana siguiente los devolvía a su sitio. Hice esto con regularidad año tras año", declara. "He de advertir que no soy un buen orador", afirma al comienzo de su intervención. "He pasado la mayor parte de mi vida tratando de evitar publicidad de ningún tipo". Anteriormente al descubrimiento del metraje, tan solo se conocía otro vídeo de Philby de 1955, en el que niega ser un espía soviético.El agente describe a su audiencia cómo nació en el seno de la clase dominante del Imperio Británico antes de ser atraído por el comunismo durante su estancia en Cambridge. Tampoco tiene reparos en explicar cómo eliminó a su propio jefe para llegar a lo más alto del MI6: "Fue una historia muy sucia, pero después de todo nuestro trabajo implica mancharse las manos de vez en cuando".
Fuente EL MUNDO 04/04/2016 09:41

Oleg Gordievsky


000608D500000C1D-0-image-a-70_1436227167951.jpg

La suya fue una de las mayores brechas de seguridad en la historia del temido KGB. Curtido como diplomático en el Berlín oriental, ingresó en los servicios secretos en 1963, pero la invasión soviética de Checoslovaquia cambió su modo de ver el mundo. Un hecho del que sacó partido el MI6 británico, que lo reclutó mientras servía en Copenhague. Sus responsables no pudieron anticipar el golpe de suerte que estaba a punto de producirse. A Moscú no se le ocurrió otra cosa que destinarle como 'rezident' a Londres, donde prestaría impagables servicios a sus teóricos adversarios. A mediados de los ochenta, sus superiores le llamaron a capítulo y fue puesto bajo vigilancia. Su doble juego tocaba a su fin, debiéndose su caída muy probablemente a otro 'topo', el estadounidense Aldrich Ames. Pero Gordievsky había previsto este contratiempo años antes y, con la ayuda sus 'amigos' del MI6, logró escapar de la Unión Soviética escondido en el maletero de un vehículo que le llevó hasta Finlandia. Desde allí regresó al Reino Unido, país del que ha recibido varias condecoraciones y en el que todavía vive.

El espía que escapó de la KGB
escabulló de sus garras y salió con vida de la Unión Soviética
436247_16285_1.jpg


Desde orillas opuestas la historia se escribe distinto. En Rusia, Oleg Gordievsky es un traidor condenado a muerte, sin importar que haya cometido sus delitos hace más de 30 años en épocas del comunismo. Mientras tanto, en el Reino Unido, un país al que le profesó su lealtad hace décadas, y donde vive actualmente, es un héroe. Solitario y paranoico a sus 77 años, pero héroe.

Su destino parecía trazado. Gordievsky reunía las condiciones para llegar alto en el régimen comunista. Desde niño se destacó como deportista y estratega, y fue miembro de la Liga de la Juventud Comunista. Una vez graduado del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú se enroló en la KGB en 1963, tal como habían hecho su padre y su hermano mayor. Pero algo no cuadraba. Era rebelde y cuestionaba los ideales comunistas, y lo sacaban de quicio las hipocresías de la dirigencia del partido.

Esa realidad lo atropelló en 1966. Salió de la Unión Soviética como diplomático y llegó a Dinamarca. En Copenhague accedió a literatura y música vetada en su país, y entendió los límites de la censura. Gordievsky le dijo al diario londinense The Times: “Allá conocí la verdad sobre el mundo, Europa y la Unión Soviética. Se nos decía que vivíamos en la mejor sociedad pero la pobreza y la ignorancia eran enormes”.

Cuando la URSS invadió a Checoslovaquia en 1968 para extinguir la Primavera de Praga, un movimiento que pretendía avanzar hacia un socialismo no totalitario, la brutal incursión radicalizó a Oleg: “El ataque contra esa gente inocente me hizo odiar el sistema comunista”, aseguró. Gordievsky sabía que la PET, la inteligencia danesa que trabajaba de la mano con los británicos, monitoreaba los teléfonos cercanos a la embajada soviética. Por eso se despachaba contra el régimen soviético en sus conversaciones telefónicas con su primera esposa. De ese modo hizo que la inteligencia de Occidente lo notara, pero sus señales de humo tomaron tiempo en surtir efecto.

Volvió a su base en Moscú por unos meses, pero regresó a Dinamarca con un cargo más alto en 1972, y la inteligencia danesa aprovechó el momento para sugerirlo a los británicos del MI6 como un posible agente doble. Standa Kaplan, un checo que había desertado del este y que Gordievsky conocía, sirvió de enlace. Días después un diplomático británico lo buscó en las canchas donde jugaba squash.

En 1973 Gordievsky selló su alianza con el MI6 y estableció sus condiciones: protección para sus contactos daneses de la KGB, que no lo grabaran en secreto y, ante todo, que no le pagaran un centavo, pues “lo hacía por convicción ideológica”. Bajo estas reglas el espía compartió información sensible durante años. Tanto, que era necesario dosificar su uso para no evidenciar la fuente. Y mientras el tiempo de Gordievsky en Dinamarca se agotaba, su vida personal cambiaba. Su primer matrimonio terminó, pero se enamoró de Leila Aliyeva una compatriota a la cual jamás le confesó su actividad secreta. Se casaron al regresar a Moscú en 1978 y tuvieron dos hijas.

Pero antes de regresar a la URSS, Gordievsky y el MI6 trazaron dos planes de emergencia, uno de los cuales le salvaría la vida. Si el agente tenía información urgente para los británicos, aparecería con una gorra de cuero en un lugar determinado de Moscú a las siete de la noche de un martes. Si en cambio aparecía en el mismo lugar y hora sosteniendo una maleta, pedía ser rescatado. Gordievsky sabría que el mensaje había sido recibido si un hombre pasaba al frente suyo comiendo una barra de chocolate. Para su rescate, Gordievsky debía llegar por su cuenta a la carretera entre Leningrado y Víborg, el sábado siguiente a las 2 y 30 de la tarde. Allá, a 21 kilómetros de la frontera finlandesa, lo recogería un automóvil diplomático, inmune a las requisas, que lo sacaría del país.

En Moscú, Gordievsky detuvo sus informes, pero pactó reactivarse al salir de la Unión Soviética. Esto sucedió el 28 de junio de 1982, cuando fue designado consejero de la embajada soviética en Londres, una sorpresa para el MI6, que no dudó en aprobar la visa. El cargo le exigía reclutar agentes para la causa comunista, la fachada perfecta para hacer lo contrario: proveer a los británicos de inteligencia que revelara el funcionamiento de la KGB. “Quería romper el sistema soviético: el Comité Central, el Politburó, la KGB”, aseguró. Mientras tanto, sus superiores soviéticos en Londres caían uno a uno con complicidad de la justicia británica. Así, en 1985, Gordievsky se convirtió en el ‘rezident’, el soviético de mayor rango en Inglaterra.

Y aunque su intención era desmontar el régimen que detestaba, sus informaciones lograron reducir la paranoia que reinaba entre dos superpotencias con el poder de destruir el planeta. Según The Times, el que Margaret Thatcher haya visto en Gorbachov alguien con quien podía hablar y negociar se debió en gran parte al trabajo de Gordievsky.

La chocolatina y la zozobra

Ambos lados de la cortina de hierro contaban con informantes. Y si bien Gordievsky neutralizó a Michael Bettaney, un agente de contrainteligencia británico que por dinero ofreció información a la URSS y pudo haberlo expuesto, no lo logró con el estadounidense Aldrich Ames. Este, agente de la CIA, pactó un trato de 7 millones de dólares con los soviéticos, y en 1985 delató uno a uno a los agentes que cooperaban con el enemigo.

Moscú llamó de vuelta a Gordievsky para “confirmar su estatus como ‘rezident’”. MI6 le dijo que podía quedarse en Inglaterra y retirarse con la conciencia de haber aportado bastante, pero Gordievsky regresó. Y desde que llegó a su apartamento se sintió extraño. El candado que él nunca ajustaba en su departamento estaba con seguro y sus compañeros en el trabajo lo evitaban. Gordievsky sospechaba que algo venía, hasta que su jefe directo lo convocó a una reunión que resultó más un interrogatorio forzado. Lo drogaron pero no obtuvieron lo que querían. “Ha sido usted muy maleducado con nosotros camarada”, al despertarse le dijeron dos hombres al otro día, “ya confesó, solo hágalo de nuevo”. Frente a su negativa, y para su sorpresa, lo dejaron libre. Desde ahí, vigilado 24 horas al día, perseguido como una carnada que esperaban se delatara, pero libre.

En ese momento Gordievsky envió a su familia a unas vacaciones en el mar Caspio, prometiendo que llegaría luego. Pero sabía que mentía. Y como siete años antes se había acordado, activó el plan de rescate. Reunió coraje para llegar al lugar pactado, cargando la maleta, un martes a las siete de la noche. Para su alivio, vio a un hombre comiendo chocolate al frente suyo. Desde ahí solo era cuestión de sobrevivir la angustia hasta el sábado, escabullirse del seguimiento de la KGB y contar con que la MI6 cumpliera su parte. Y así lo hizo.

Los agentes del MI6 montaron una fachada elaborada según la cual una pareja de sus agentes saldría de un coctel de bienvenida al nuevo embajador británico en Moscú en la noche del viernes. La mujer fingiría un malestar que le exigía un tratamiento en Helsinki, y por esto viajarían en la mañana hacia Finlandia. Otra pareja de agentes los acompañaría, con bebé a bordo, para fortalecer la coartada. Recogerían a Gordievsky a 21 kilómetros de la frontera. Extraerían a alguien de la Unión Soviética como nunca antes se había logrado.

Entre la noche del viernes y la mañana del sábado todo fue zozobra para Gordievsky y sus rescatistas. El espía, paranoico, tomando ron y tranquilizantes, debió encadenar varios buses, paradas, y fingir malestares para poderse bajar cerca del lugar clave, mientras que los agentes británicos luchaban contra el temor de que en la frontera todo se viniera abajo. Y a pesar de todo lo que pudo salir mal, de que los rusos siguieron los autos de los rescatistas constantemente y solo una ventana de un par de minutos permitió que recogieran al espía, el plan funcionó. El espía doble se escabulló de la KGB y es el único que, a pesar de haber sido descubierto, vive para contarlo.

Fuente NACIÓN | 8/4/2017 4:59:00 PM



Aldrich Ames


Aldrich_Ames_mugshot.jpg

Es el reverso de Gordievsky dentro de la CIA, organización en la que ascendió desde un puesto de bajo rango hasta convertirse en analista de contrainteligencia. Su primera misión en el exterior consistió en contactar con espías soviéticos y tratar de que se convirtiesen en agentes dobles al servicio de Occidente. Mas en un juego del destino, sería Ames el que acabaría revolviéndose contra sus mentores en busca de dinero. A mediados de los ochenta comenzaba a servir información a la Unión Soviética. Su posición le permitía conocer los nombres de los 'topos' con que contaba Washington dentro de los servicios secretos comunistas e inmediatamente los puso al descubierto. Operaciones de inteligencia desarrolladas a lo largo de años de duros esfuerzos se vinieron abajo y varios agentes dobles fueron ejecutados por su culpa. A cambio obtuvo algo más de cuatro millones de dólares. Su móvil no eran los ideales sino el 'vil metal'. Los estadounidenses tardarían años en descubrir lo que había pasado y tendría que ser el FBI quien lo aclarase siguiendo, precisamente, el rastro del dinero. Detenido en 1994, fue condenado a cadena perpetua. Cumple la sentencia en una cárcel de Pensilvania.

La agente de la CIA que rastreó a un traidor
140112030335_aldrich_ames_624x351_getty.jpg

Aldrich Ames fue procesado en un tribunal federal de Virginia en febrero de 1994.

A Aldrich Ames le gustaba explicar cosas. Una vez le contó a su colega, la agente de la CIA Sandra Grimes cómo capturar a un topo, como se le dice a quienes trabajan en una organización pero actúan al servicio de otros.

"Dio su cátedra de contrainteligencia", cuenta Grimes. "¿Que si me enfureció? Sí, pero no quería que se notara".

Grimes y otra colega Jeanne Vertefeuille estaban tratando de descubrir por qué la agencia estaba perdiendo sus activos soviéticos, individuos que habían aceptado traicionar a su propio país y trabajar para la CIA.

En ese entonces Ames estaba siendo observado.

"Ya había una profunda suspicacia", afirma Henry Crumpton, exagente de la CIA. "Eso era parte del trabajo de Sandy: no asustarlo. Fue magistral".

"Parecían burócratas"


Grimes, de 68 años, habla sobre la CIA -la única agencia de inteligencia independiente de Estados Unidos- sentada frente a una chimenea eléctrica en su casa en el norte de Virginia.

El aroma a albaricoque que expele una botella de fragancia nos aleja del mundo de subterfugio y espionaje, al menos del retratado en ficción, pero la realidad es diferente.

Grimes y quienes trabajan para la CIA saben cosas que pueden disparar guerras y muertes. Aún así, estos individuos generalmente llevan vidas comunes y corrientes. Eso se nota en "The Assets", una miniserie de televisión de la cadena ABC de EE.UU. que cuenta la historia de cómo Grimes y Vertefeuille atraparon a Ames.

Según Joe Weisberg, exjefe de operaciones de la agencia y luego creador y productor ejecutivo de la serie de FX "The Americans", "los personajes eran muy reconocibles de la CIA en la que trabajé. Parecían verdaderos burócratas".

140112031216_maria_del_rosario_casas_ames_464x261_getty_nocredit.jpg

La colombiana María del Rosario Casas Ames tenía gustos caros.

El portavoz de la CIA Christopher White señala que evitan discutir esta clase de programas. "No los avalamos, de ningún modo".

Sin embargo le entusiasman Grimes y los otros que investigaron a Ames. "Hoy, 20 años después del arresto, la agencia y el pueblo estadounidense siguen teniendo una deuda con ellos", opina.

Como otros burócratas, Grimes y Ames compartían transporte. Trabajaban en la división de operaciones en la órbita soviética/este de Europa en la década de 1970.

"No le importaba cómo lucía", señala. "Salía corriendo con la camisa afuera".

Era un burócrata pero se consideraba un intelectual, alguien que leía libros sobre historia rusa. "Le encantaba preguntarse '¿qué habría pasado si...?'", recuerda.

La traición

Posteriormente cometió un espantoso crimen, al entregarle los nombres de los agentes soviéticos al servicio de la CIA a la KGB.

Randall Woods, autor de una biografía del exdirector de la CIA William Colby, considera: "Su traición era indefendible. No estaba vendiendo manuales ni misiles. Estaba traicionando a individuos".

Al menos ocho fueron ejecutados. A cambio, Ames recibió millones en efectivo.

Por el dinero


El primer matrimonio de Ames terminó en divorcio. Su segunda esposa, María del Rosario Casas Ames, es de Bogotá, Colombia.

"A Rosario le encanta gastar dinero", comenta Grimes. "Tiendas como Neiman Marcus, Nordstrom. Rick no podía con eso".

A él mismo le quedaba difícil explicar lo que pasó.

"Fue como si estuviera casi en estado de shock", dijo Ames, según un informe del Congreso de 1994. "Darme cuenta de lo que había hecho. Pero ciertamente estaba subyacente la convicción de que tendría todo el dinero que podía usar, si decidía hacerlo".

Los soviéticos que aceptaron espiar a su propio país eran conscientes del peligro. Ames creía que al haber consentido participar en un juego de tan alto riesgo, no les sorprendería si las cosas terminaban mal.

Grimes señala: "Lo racionalizó. Asumió que desde que se prestaron a hacerlo sabían que eso iba a pasar".

Levanta sus manos. "La arrogancia sale a relucir", comenta. "Es, 'Soy más listo que tú'". Lo dice como cantando, imitando la voz de su excolega, con una mirada de superioridad en su rostro.

140112031311_mole_hunters_464x261_cia_nocredit.jpg

Cazadores de topos: Sandra Grimes, Paul Redmond, Jeanne Vertefeuille, Diana Worthen y Dan Payne.

Al banco, después de almuerzo


La investigación tardó años. "Era muy importante que no nos equivocáramos", precisa.

Grimes y sus colegas estudiaron minuciosamente el calendario y los estados de cuenta de Ames. Trabajaron juntos, en cubículos con "enormes" divisiones y pasaban la información por encima.


Notaron que Ames almorzaba con un experto en control de armas de la embajada soviética. Después iba al banco a depositar dinero.

Ella fue a ver a un superior en la agencia: "Cerré la puerta y dije 'no hay que ser un genio para darse cuenta de lo que pasa aquí. Rick es un maldito espía soviético'".

Ames fue arrestado el 21 de febrero de 1994. "Le sorprendió", cuenta. "Pensó que se saldría con la suya".

De hecho, llevaba nueve años saliéndose con la suya.

Crimen contra todos


Grimes fue metódica, pero el enfoque era defectuoso. "Hizo un trabajo duro y minucioso", dice Tim Weiner, autor de "Legacy of Ashes: The History of the CIA". "Pero la modalidad de contrainteligencia de la CIA era estirar las teorías".

Frederick Hitz, futuro inspector general de la agencia, escribió un informe. "Nos preguntamos '¿cuál es la historia, cómo ocurrió?'", dice. "Nuestra conclusión fue que no sentíamos que la agencia dedicara suficientes recursos para encontrar la razón".

El informe permanece clasificado.

La historia de Ames muestra el daño que un hombre puede hacer cuando se le da acceso a información clasificada y decide usarla en su propio beneficio. También expone la dificultad de descubrir a un traidor en una organización tan insular como la CIA.

Ames fue sentenciado a cadena perpetua. Grimes lo vio por última vez en un tribunal federal en Alexandria, Virginia.

"Escuché un sonido metálico", recuerda.

Apareció ante el juez con grilletes en las piernas. "Empezó a pontificar y hablar y hablar y hablar".

"El magistrado dijo 'Sr. Ames, el suyo es un crimen contra todos los ciudadanos'. Cogió su martillo. ¡Bum! 'Fianza negada' ¡Bravo!". Se recuesta y luce sorprendida.

Ames fue escoltado fuera de la corte. "No era un hombre derrotado", comenta Grimes. "Curiosamente, se siente cómodo consigo mismo".

Fuente: Tara McKelvey BBC 18 enero 2014


Oleg Penkovsky

Oleg_Penkovsky_CIA.png

Coronel del GRU, el servicio de inteligencia del ejército soviético, contactó con sus homólogos occidentales a comienzos de los años sesenta. Sus ofrecimientos fueron inicialmente desechados por la CIA, temerosa de que en realidad encubriesen una trampa. Menos remiso se mostró el MI6 británico, al que proveyó de buen material. Convencidos por fin de la 'nobleza' de sus intenciones, los americanos se aprestaron a oír lo que tenía que decir. Pudo así suministrar datos a la Administración Kennedy sobre los arsenales nucleares soviéticos que desempeñarían un papel capital en el desarrollo de la Crisis de los Misiles. Arrestado por la KGB el 22 de octubre de 1962, el mismo día en que el presidente Kennedy revelaba al mundo la jugada de Kruschev, fue ejecutado tras un juicio sumario. Sin su ayuda el espectro de la guerra nuclear podría muy bien haberse abatido sobre el planeta.


OLEG PENKOVSKY (1919-1963) EL ESPIA QUE EVITO UNA GUERRA NUCLEAR

EL PERSONAJE: Oleg Penkovsky, coronel de la inteligencia militar soviética, fue uno de los espías que proporcionó informaciones de importancia capital al gobierno estadounidense, a principios de los años 60 del siglo XX.

Informó de que Kruschev iba a establecer un acuerdo de paz con Alemania Oriental por separado y resolver el problema de Berlín.

También informó de la instalación de misiles soviéticos en Cuba, así como de que el arsenal de los misiles de la URSS era muy inferior a lo que pretendían aparentar. Esta última información resultó muy útil al presidente Kennedy durante la negociación con Kruschev en la llamada Crisis de los Misiles Cubanos.




BIOGRAFÍA: Oleg Penkovsky nació en Vladikavkaz (Osetia del Norte, Unión Soviética), el 23 de abril de 1919.

A pesar de que su padre había muerto luchando como oficial del Ejército Blanco contra los bolcheviques, Oleg se graduó con el grado de teniente en 1939 en la Academia de Artillería de Kiev (Ucrania).

Tras la II Guerra Mundial ya tenía grado de teniente coronel. Perteneciente al GRU (Departamento Central de Inteligencia), en 1955 actuó como agregado militar en Ankara (Turquía) y, más adelante, en el Comité Soviético de Investigación Científica.

El 12 de agosto de 1960, Oleg abordó a dos turistas estadounidenses que paseaban por las calles de Moscú asegurándoles que tenía una importante información para la embajada de Estados Unidos. Uno de los turistas aceptó un sobre que fue enviado desde la embajada, a la CIA en Estados Unidos.

Los estadounidenses desconfiaban de él porque su perfil de triunfador no encajaba con el desertor pero, en 1960, la CIA necesitaba desesperadamente información secreta procedente de Moscú.


Debido a la imposibilidad de ponerse en contacto con Penkovsky durante meses, los estadounidenses pidieron ayuda a los británicos. El SIS, a través de su agente Greville Wyne, que actuaba como empresario, logró recibir un importante paquete de documentos en abril de 1961. Los documentos impresionaron a los servicios secretos occidentales.

Durante los dos años siguientes, Penkovsky proporcionó gran cantidad de material consistente en fotografías de documentos, planes, manuales militares, diagramas sobre misiles, etc.

}

Para no quemar al contacto de Penkovsky, Wyne, el SIS proporcionó uno nuevo. Se trataba de Janet Chisholm, que estaba casada con Rauri Chisholm, que era agente del SIS en la embajada de Moscú. Esto resultó un lamentable error porque la KGB ya conocía A Chisholm y, tanto él como su esposa, estaban bajo vigilancia de 24 horas. Penkovsky entregó información a Janet en 12 ocasiones entre octubre de 1961 y enero de 1962, siendo detectados estos
movimientos por la KGB. Detenido Penkovsky, se le hizo confesar y fue condenado a muerte, sentencia que se cumplió el 16 de mayo de 1963.



John Walker

john-walker.jpg

Oficial de la Marina estadounidense, fue reclutado por un general de la KGB, Oleg Kalugin en 1966. A lo largo de dos décadas, suministró miles de documentos secretos a la Unión Soviética referentes principalmente al movimiento de navíos de guerra. Sus andanzas terminaron en 1985, cuando su exesposa, alarmada por sus actividades, le delató al FBI. Su hijo Michael, que operaba como radiotelegrafista en el portaaviones nuclear 'Nimitz', y su hermano Arthur, también oficial de la Marina, fueron asimismo arrestados. Tanto John como Arthur fueron condenados a cadena perpetua.

JOHN WALKER (1937-2014)
A sueldo de la URSS
Agente doble, Walter no había actuado por motivos ideológicos, sino simplemente por el dinero

LV_20140905_LV_FOTOS_D_54415695578-992x558@LaVanguardia-Web.jpg


El exmarino John Walker, que montó un entramado familiar para vender información estadounidense a la Unión Soviética durante casi veinte años, murió el pasado viernes en una prisión del estado norteamericano de Carolina del Norte, donde cumplía cadena perpetua. Cuando fue descubierto, en 1985, se destapó que había sido una de las mayores fugas de información de la guerra fría. El juez concluyó que Walter no había actuado por motivos ideológicos, sino simplemente por el dinero.

Este fructífero negocio empezó en 1967 cuando Walter, un supervisor de comunicaciones en una base de la Marina, cargado de deudas, entró en la embajada soviética en Washington y ofreció vender un código de radio cifrado. Llegaron a un pacto para que continuara cobrando un sueldo semanal y a cambio Walker siguió suministrando información clasificada.

El sistema era dejarla en una bolsa de basura en una calle desierta y recoger otra bolsa de comestibles con el dinero. Los ingresos se los fue gastando en coches, casas y todo tipo de lujos.

Su poco disimulado tren de vida, fue la mejor publicidad para que en 1973 Walter fichara a uno de los alumnos a los que dio clases de radio, Jerry Whitworth, un joven que se avino a hacerle llegar informes. Tres años después, tras retirarse del servicio activo, Walter reclutó también a su hijo, Michael, enrolado asimismo en la Marina, y a su hermano, Arthur, que era por entonces un oficial ya retirado del servicio activo y que trabajaba para una empresa armamentística. Sorprendentemente, pese a algunas sospechas que llevaron a Walter a pedir el retiro anticipado, el sistema de espionaje no fue descubierto en ningún momento. Fue la mujer de Walter, Barbara, entonces ya divorciados, quien puso el freno cuando el espía quiso convencer a una hija para entrar en el negocio. La mujer dio el chivatazo al FBI y cayó la red.

Walter se declaró culpable en un acuerdo judicial para conseguir que su hijo tuviera una condena menor. Michael Walter fue condenado a quince años y salió en libertad el año 2000. El hermano de Walter, Arthur, murió en prisión este mismo año. Y el cuarto miembro de la red, Whitworth, condenado a 365 años, sigue aún cumpliendo condena.

Walker, que falleció el pasado viernes, a los 77 años, se encontraba en una cárcel hospitalaria desde diciembre del 2011, aquejado de un cáncer de garganta y de problemas de corazón.



Robert Hanssen



El muro de Berlín había caído hacía más de una década y una de las dos superpotencias que pugnaron por el control del mundo durante la Guerra Fría se había venido abajo. Las historias de espías parecían cosa del pasado. Pero cualquier creencia en este sentido se demostró falsa con la detención, en febrero de 2001, de este agente del FBI que vendió durante dos décadas numerosos secretos a los soviéticos a cambio de cuantiosas sumas de dinero. Quien debía proporcionar al Buró datos sobre la Inteligencia soviética se había pasado al GRU, suministrándole información clasificada y destapando a agentes dobles como Dmitri Poliakov, alias 'Tophat', quien sería ejecutado en 1988. También colaboraría con la KGB. Hasta que Washington se hizo, gracias a la ayuda de un empresario ruso, con el archivo que la KGB tenía sobre el escurridizo 'topo'. Por fin se quitaban uno de sus grandes dolores de cabeza. Fue condenado a cadena perpetua por 15 cargos de espionaje.

Robert Hanssen, el espía que volvió del frío
Por Mario Diament

MIAMI.- Uno se había resignado ya a la idea de que el espionaje había muerto con la caída del Muro de Berlín, cuando Robert Philip Hanssen se aventuró al frío de un parque de Virginia, el domingo pasado, para depositar, como lo venía haciendo desde hacía 15 años, un paquete de documentos secretos destinado a los rusos y el FBI le cayó encima.

Fue un extraño déjà vu en esta época de globalización, donde PC ya no significa Partido Comunista, sino computadora personal y donde Polonia y Hungría son orgullosos miembros de la OTAN.


Hasta hablar de "los rusos" hoy en día tiene un aire démodé , un tufillo a ropa de altillo que nada tiene en común con la Nueva Rusia de Vladimir Putin, con sus problemas de capitalismo minusválido, su desorbitada corrupción, su gansterismo descontrolado y su generalizado cinismo.

El ejercicio del espionaje, después de todo, requiere una cierta pasión por burlar al enemigo, una dosis de convicción en la moralidad última de "la causa" y nada de esto parece fácil de ser hallado en la Rusia de hoy.


Tanto es así que el FBI sólo se enteró de las tropelías de Hanssen por un ex agente de la ex KGB que entró en el servicio de inteligencia norteamericano, no como un espía arrepentido, sino como un consultor independiente.

Tal vez por eso es difícil sustraerse a la sensación de que todo este episodio pertenece a una época pretérita y que Robert Philip Hanssen es como uno de esos desertores japoneses o alemanes que pasaron medio siglo ocultándose en alguna cueva sin enterarse de que la guerra había terminado.

Una trama de vodevil


Los detalles que emergieron de toda esta historia resultan tan asombrosamente elementales que cualquier crítico los acusaría de poco imaginativos si apareciesen en una novela. La cinta adhesiva vertical que significaba que "B" (como Henssen se hacía llamar) estaba lista para recibir el pago; la cinta adhesiva horizontal, que significaba "paquete recibido"; las conversaciones telefónicas disfrazando la operación como si se tratase de una venta de un auto usado, todo suena tan burdo como una trama de vodevil. "B" reclamándoles a los rusos que le han dejado el paquete de dinero en un sector del parque donde el barro le llegaba a los tobillos. "Dense cuenta de que yo ando vestido de traje y no puedo andar metiéndome en medio del barro", se queja el superespía. El operador ruso evocando un insulso poema ("Qué es nuestra vida/ si tan cuidadoso/ no tienes tiempo/ de parar y mirar) para reflexionar sobre cómo pasa el tiempo.

El gran enigma


El gran enigma del caso Hanssen (si las acusaciones terminan probándose) es el porqué. Por qué un veterano agente del FBI, padre de seis hijos, católico devoto miembro del Opus Dei, un ser tan gris que sus colegas lo apodaron El Funebrero, se embarcó voluntariamente en una aventura de espionaje en favor de la Unión Soviética que podría costarle la vida, y continuó haciéndolo aun después de que el régimen comunista se había derrumbado, cuando los archivos de la KGB se volvieron tan públicos como un museo.

El dinero no parece haber sido su principal motivación, puesto que las cartas revelan una actitud bastante desabrida respecto de las retribuciones y en un momento hasta comenta que un pago de 40.000 dólares ha sido "demasiado generoso", ya que de todos modos no puede gastar o invertir el dinero sin llamar la atención.

Su propia explicación de que se trató de una decisión que tomó cuando tenía 14 años, después de leer la autobiografía de Kim Philby, el célebre agente doble británico, suena más a ironía que a justificación.

Quizá la solución del misterio sea, después de todo, mucho más simple y, por lo mismo, mucho más pavorosa. Sobre el final de su correspondencia con los rusos, Hanssen advierte acerca de los Estados Unidos: "No se dejen engañar por su apariencia: puede volverse rápidamente ingenioso, como un sabio idiota, una vez convencido de su objetivo".

En el hermético lenguaje de los espías, tal vez sea la mejor definición de sí mismo.


Bradley Manning


18xt61fojea9ujpg.jpg
g-cvr-130821-manning-wig-4x3-526p.today-inline-vid-featured-desktop.jpg

Al igual que ocurre con Edward Snowden, no es un 'topo' al uso ya que no trabajaba para ningún gobierno extranjero. Pero Washington le acusa de ser el autor de la mayor filtración de secretos diplomáticos de la historia. Analista de Inteligencia, fue detenido en mayo de 2010 en Bagdad, acusado de filtrar a Wikileaks primero información sensible sobre las operaciones de EE UU en Irak y Afganistán y después miles de cables diplomáticos que pusieron en apuros a Washington y que enturbiaron las relaciones con sus aliados. Para ello apenas necesitó un CD-RW con música de Lady Gaga que borraba para grabar encima los archivos con los secretos de la diplomacia estadounidense. Se le recluyó en un centro militar de Quantico (Virginia) y se le sometió a un duro régimen de aislamiento. A comienzos de junio de este año comenzó en Fort Meade un proceso que podría terminar con una sentencia a cadena perpetua para quien muchos tachan de héroe y otros de villano.

Bradley Manning: ¿espía, activista o desadaptado?

130603134907_manning_304x171_ap.jpg

Bradley Manning podría recibir cadena perpetua por espionaje y asistir al enemigo.

El juicio militar que se inicia contra Bradley Manning, el joven soldado estadounidense que filtró miles de documentos secretos al sitio de "soplones" WikiLeaks, determinará si el acusado puso en peligro la seguridad nacional, en cuyo caso podría ser sentenciado a cadena perpetua por traición.

Manning ya se declaró culpable de diez de los 22 cargos que se le imputan, entre ellos divulgar información clasificada sin autorización, que le representan por lo menos 16 años de cárcel aunque rechazó el cargo más grave de asistir al enemigo, por lo que ahora se le juzga según la Ley de Espionaje de Estados Unidos de 1917.

El gobierno de Barack Obama sostiene que las filtraciones amenazaron valiosas fuentes militares y diplomáticas. Pero hay quienes lo elogian por lo que consideran la valentía que tuvo para revelar el lado oscuro de las acciones militares de EE.UU. en Irak y Afganistán.

Otros, sin embargo, piensan que Bradley Manning nunca debió haber sido reclutado por el ejército por deficiencias emocionales y bajo rendimiento académico que debieron haber sido obvios de su expediente y período de entrenamiento.

Al fin de cuentas, el destino del joven soldado quedará en las manos de la coronel Denise Lind, juez del tribunal militar que se realiza en Fort Meade, Maryland, cerca de Washington DC.

Mano dura contra soplones


Bradely Manning lleva tres años encarcelado, esperando ser juzgado por haber pasado miles de cables diplomáticos y otro material clasificado sobre las guerras en Irak y Afganistán al sitio WikiLeaks mientras ocupaba el cargo de analista de inteligencia del ejército en Bagdad.

En febrero pasado, Manning se declaró culpable de diez de los cargos menores en su contra, incluyendo violación de las regulaciones militares por la divulgación desautorizada de información clasificada.

Durante su declaración, el acusado dijo creer que "si el público en general, especialmente el público estadounidense, tuviera acceso a la información ésta fomentaría un debate nacional sobre el papel del estamento militar y nuestra política exterior en general".

Aunque Manning reconoció pensar que la divulgación de los cables provocaría cierta vergüenza, dijo que nunca consideró que serían dañinos para la integridad y seguridad de Estados Unidos, que es precisamente lo que los fiscales militares estarán tratando de probar.

El gobierno de Barack Obama ha adoptado una política de mano dura contra funcionarios y empleados de las diferentes ramas del gobierno que se vuelven "soplones" y filtran información que, en su estima, podrían comprometer la seguridad nacional.

Hace poco, se reveló que el Departamento de Estado había intervenido los registros telefónicos y los correos electrónicos de la agencia noticiosa AP para conocer quiénes habían sido las fuentes internas del gobierno que filtraron información sobre un ataque con un vehículo aéreo no tripulado en Yemen contra un supuesto extremista islámico.

"Daño a la nación"

130603135019_protesta_304x171_reuters.jpg

Los grupos de apoyo a Manning protestan frente a Fort Meade donde se realiza el juicio.

Algunos analistas de seguridad consideran que las acciones de Manning han generado un daño palpable en las relaciones diplomáticas que EE.UU. sostiene con otros países y que, en algunos casos, demorarán mucho tiempo en repararse.

Que sí reveló información de datos clasificados sabiendo que estaban restringidos y que estaba obligado a proteger, sostienen que merece una condena de cárcel muy larga.

"A mí me gustaría que se envíe un mensaje muy claro que si uno firma un contrato para mantener el secreto del ejército, no importa cuál es su postura política, eso no se puede violar", manifestó a la BBC Steven Bucci, director del Centro de Estudios de Política Exterior de la Fundación Heritage, en Washington.

Bucci, que también es un coronel retirado de las Fuerzas Especiales y ex secretario asistente encargado de Defensa, añadió que las acciones de Manning constituyen espionaje, para lo cual existe una norma en la ley estadounidense.

Bajo esa Ley de Espionaje se lograron condenas en casos como el de John Anthony Walker, un oficial de la marina que filtró a la entonces Unión Soviética los códigos que utilizaba EE.UU. para rastrear sus submarinos, o el de Aldrich Ames, un agente de la CIA cuya venta de información a los soviéticos le costó la vida a personas que colaboraban con el gobierno estadounidense.

Ellos cumplen cadena perpetua. Por otro lado, los esposos Julius y Ethel Rosenberg fueron ejecutados en los años 50 del siglo pasado, tras ser encontrados culpables de pasar secretos nucleares a la Rusia soviética.

Aunque no es comparable en términos de daño con los casos anteriores, las filtraciones a WikiLeaks no tienen precedentes, opinó Steven Bucci.

"En términos de sólo volumen, es el acto de espionaje más atroz en la historia de Estados Unidos", comentó.

Violación del código militar


Pero Lawrence Korb, analista del Centre for American Progress y también exsecretario asistente de Defensa, sostiene que las filtraciones no pasan de revelar intercambios de comunicación que pueden ser embarazosos y que no son nada que no haya aparecido en los diarios de vez en cuando.

"Es como cuando un reportero descubre detalles de la Casa Blanca en sus deliberaciones sobre qué hacer en Afganistán o sobre un ciberataque proveniente de China", expresó el analista.

"Algunas veces surgen declaraciones de gente hablando descuidadamente sobre algún país pero nada a la escala que se pueda juzgar bajo la Ley de Espionaje", añadió a BBC Mundo.

A pesar de la posibilidad de ser condenado como traidor, el juicio a Bradley Manning tiene otra narrativa, como lo expresó a la BBC Jeff Patterson, un activista que forma parte del comité directivo de la red de apoyo de Manning.

"O es un traidor a la patria que enfrentará cadena perpetua o es, como lo interpretamos nosotros, un joven audaz que arriesgó su vida para compartir con el mundo la verdad sobre lo que pasó en Irak y Afganistán".

Patterson reconoce que Manning sí violó el reglamento militar pero él y su grupo aplauden al soldado por la responsabilidad que asumió al ver algo que le pareció mal y divulgarlo, pagando ahora las consecuencias.

"Muchos jóvenes toman acción radical sustentados por los ideales que albergan", dijo el activista. "Bradley vio cosas que no coincidían con su entrenamiento y las reglas de guerra que le habían enseñado".

"Desadaptado"

130603135119_juicio_304x171_evn.jpg

Manning ya se declaró culpable de diez cargos menores.

Entre el material más sensible que vio se encuentra un video del ataque desde un helicóptero artillado de EE.UU. contra un vehículo de supuestos insurgentes en Irak en el que murieron dos empleados de la agencia noticiosa Reuters, y las ansias de sangre que expresaba la tripulación que disparó.

Mucho se ha hablado de la inestabilidad mental de Bradley Mannig posiblemente provocada por su juventud, su búsqueda de identidad sexual y el ambiente de guerra en el que se movía.

Lawrence Korb, del Centre for American Progress, opinó que, desde un principio, nunca debió haber sido reclutado dentro del ejército de EE.UU. "Había reprobado en la universidad comunitaria donde estudiaba y no pasó el entrenamiento básico en su primer intento". aseguró.

Lo reclutaron, dice Korb, porque las fuerzas armadas estaban desesperadas para llenar sus filas en una época en que el público empezaba a rechazar la guerra y los servicios militares.

"El ejército y la marina emitían lo que se llaman 'dispensas morales' para aceptar personas que no dan la talla. Repartieron 100.000", manifestó Korb. "A pesar de que los profesionales de la salud mental manifestaron preocupación por el estado de Manning, éste fue emplazado en un puesto que nunca debió ocupar".

Aunque Korb piensa que Manning tendrá que cumplir una condena mínima de unos 16 años, sostiene que el sistema le falló al joven soldado y espera que en el juicio eso lo tomen en consideración tanto la juez militar como los abogados defensores.

No obstante, para Steven Bucci de la Fundación Heritage, esas no son circunstancias mitigantes. "El hombre se inscribió en el ejército, aprobó todos los requisitos, recibió autorización para un puesto de alto secreto. Que de pronto desarrolló estrés no lo exime. El ejército está lleno de soldados que viven bajo esas mismas condiciones".

La suerte de Manning está en manos de la coronel Denise Lind, que podría emitir un fallo desde una sentencia cumplida por los años que ya lleva detenido hasta cadena perpetua.

"No sabremos hasta el útlimo día del proceso lo que la coronel Lind decida según su consciencia y su entrenamiento militar", advirtió Jeff Patterson del comité de apoyo a Bradley Manning.

"Nadie debate que Bradley estuvo motivado en lo que hizo por su consciencia. Eso lo reconoce todo el mundo, con la excepción del ejército que lo estima irrelevante", agrega.


 

DeletedUser655

Guest
Solo digo.... La información es poder. Más que el dinero, el conocimiento es el pilar de todo. Los que realmente controlan el mundo son los que más información importantes tengan, no los que más dinero tienen.
 
Arriba