La Historia del Jabón

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Se cree que el jabón se inventó hace unos tres mil años. Se han encontrado en la Mesopotamia tablillas de arcilla sumerias que mencionan la mezcla que se obtenía de hervir aceites con potasio, resinas y sal y sobre su uso medicinal.

El origen del jabón


Los fenicios lo fabricaban con aceite de oliva y soda cáustica (o carbonato de sodio) obtenida a partir de las cenizas de la combustión de plantas halófitas (plantas que viven en las salinas) como la salicornia o la salsola.

Recetas parecidas se seguirían utilizando en Siria. El jabón sirio, procedente de la ciudad de Alepo, antiguo territorio fenicio, se sigue fabricando hoy día con el mismo método tradicional y con aceite de oliva y aceite de laurel.

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Los egipcios se frotaban con la mezcla obtenida del natrón (un carbonato de sodio mineral extraído de los lagos salados después de la evaporación del agua), tierra de batán (una arcilla poco elástica que tiene la propiedad de absorber las materias grasas) y altramuces remojados en agua de lluvia machacados.

Origen del jabón europeo


Los germanos y los celtas utilizaban grasa de cabra y cenizas de abedul para fabricar sus jabones. El jabón era, según el historiador romano Plinio, un invento galo. Los galos fabricaban sus jabones con cenizas de haya y sebo o grasa de jabalí y lo usaban según Plinio para teñirse sus largas melenas de rubio o pelirrojo.

El olor de la grasa rancia les resultaba bárbaro a los romanos, que como los griegos y etruscos se lavaban frotándose por el cuerpo una mezcla de aceites aromáticos y arena o ceniza que luego eliminaban con un estrigilo.

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En el siglo III a.C. se fabricaba en Arabia un jabón mediante la cocción de una mezcla hecha con potasa, álcali proveniente de cenizas, aceite de sésamo y limón.

Hay quien asegura que los cruzados introdujeron en el siglo XI el jabón en Europa Central desde Alepo. Los fenicios tuvieron tratos comerciales con Europa antes de los tiempos romanos, así que seguramente este tipo de jabón habría llegado mucho antes a las ciudades costeras como Nápoles, Marsella, Cartagena o Cádiz. Lo cierto es que en la Baja Edad Media no se utilizó mucho el jabón, y debido a la falta de higiene se originaron grandes epidemias que diezmaron a la población, como la peste negra del siglo XIV.

Almonas árabes


La primera gran jabonería europea la construyeron los árabes a finales del siglo X en Al Andalus, en Sevilla. En el valle del Guadalquivir, donde había grandes olivares y marismas, se obtenían las materias primas necesarias para fabricar un jabón que cuatro siglos más tarde se conocería como jabón de Castilla. Aún así en Andalucía se siguió llamando por el nombre árabe, almona, a las fábricas de jabón.

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El monopolio del jabón de Sevilla, ostentado por los marqueses de Tarifa en el siglo XVI, fue ampliado hasta América después de la conquista. En este mismo siglo ya se exportaba este sapo hispaniensis o sapo castilliensis al Reino Unido a través de Amberes. El jabón de Castilla, al provenir de aceites vegetales en vez de grasas animales, podía utilizarse en la higiene personal. Fue así que los europeos se volvieron más limpios y empezaron a desaparecer las grandes pandemias.

Las famosas fábricas de jabón de Marsella se establecieron en el siglo XIV. Este jabón tradicionalemente se fabricaba con aceite de oliva, agua del Mediterráneo y sosa cáustica proveniente de cenizas del laurel. Como el de jabón de Alepo, también se sigue fabricando hoy en día.

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Jabonerías americanas


En 1575 se construyó una almona en la Ciudad de México. El jabón que se fabricaba en ella era el que usaban los mexicanos, hecho a partir del tequesquite, un mineral rico en sosa, y algunas plantas. En el siglo XVII se sabe de la existencia de una jabonería en Guayaquil que fabricaba jabón a partir de sebo de vacas y cenizas de yerba.

En este mismo siglo, en 1682, Luis XIV hizo guillotinar a tres fabricantes cuyos jabones le habían irritado la piel.

Química del jabón


En 1791 el químico Nicolas Leblanc inventa un procedimiento para obtener carbonato de sodio a partir de la sal marina, lo que simplificaba y abarataba el proceso de obtención de la sosa. En 1823, Eugène Chevreul demuestra que las grasas están formados por una combinación de glicerol y ácidos grasos (oleico, margárico y esteárico) y explica así químicamente la reacción de la saponificación descubierta por los sumerios.

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En presencia de la sosa cáustica, los cuerpos grasos se dividen en sus componentes. El carbonato de sodio, al reaccionar con los ácidos grasos da lugar a los estearatos, margaratos y oleatos, es decir, al jabón. Así de la grasa y de la sosa se obtienen jabón y glicerol.

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En el siglo XIX, los aceites de copra (pulpa seca del coco) y aceites de palma que venían de las colonias, se empezaron a emplear en la fabricación de los jabones.

Desde los años 30 del siglo XX, el jabón tradicional tuvo que competir con los tensioactivos sintéticos que se utilizan hoy en día en los detergentes, productos de limpieza, jabones y champús, que además son altamente contaminantes.


ELABORACIÓN DE JABÓN CASERO CON ACEITE DE OLIVA USADO
El jabón es un producto muy antiguo, tanto como la necesidad del hombre por asearse. Los jabones no sólo tenían fines higiénicos, sino que también se concebían como ungüentos dedicados a paliar dolores o relajar el cuerpo. Es cierto, que lo que hoy consideramos como jabón, dista bastante del jabón que se empleó en la antigüedad o en épocas más recientes como la Edad Media o Moderna. El objetivo del producto era el mismo: eliminar la suciedad de los tejidos y la piel; sin embargo, su composición ha variado.

Los jabones naturales artesanos están compuestos de grasas animales o aceites como el de oliva, mezclados con una sustancia alcalina como por ejemplo la sosa. Sin embargo, los jabones y detergentes actuales contienen sustancias químicas sintéticas cuyo objetivo es producir gran cantidad de espuma, ya que en la actualidad parece relacionarse espuma con limpieza, una creencia que es errónea.

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El aceite de oliva virgen es perfecto para la fabricación de jabones caseros

El origen del nombre “jabón” es muy posterior al origen del producto en sí. La tradición mitológica romana relaciona el origen del nombre con el monte Sapo, situado cerca del río Tíber en Roma. El relato cuenta que fue en la ladera de este monte donde se produjo la reacción química de saponificación, es decir, se unió el agua procedente de las lluvias, con las cenizas y las grasas procedentes de sacrificios rituales de animales, dando origen al jabón.

Existe otra costumbre que afirma que el origen del nombre procede de la ciudad de Savona, situada cerca de Génova en Italia, donde se elaboró el primer jabón sólido. Destaca el parecido etimológico entre el nombre de la ciudad y la denominación francesa de jabón “savon” e italiana “sapone


No se puede fijar con seguridad cual fue el origen del jabón, sin embargo, sí que pueden rastrearse sus orígenes. La primera fuente testimonial que hace referencia a un producto similar al jabón data del III milenio antes de nuestra Era, en la antigua Mesopotamia, tierra que fue origen de las grandes civilizaciones de la humanidad. Concretamente en la región de Sumer aparecieron unas tablillas de arcilla que mencionan la mezcla consistente en hervir aceites con álcalis, potasio, soda, resinas y sal. Esta mezcla era empleada principalmente para tratar las fibras textiles como la lana y la piel.

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Tablilla de arcilla similar a la localizada en Mesopotamia que hace referencia al jabón realizado con soda, aceite y otros elementos.

También del Antiguo Egipto proceden testimonios referidos a sustancias jabonosas o detergentes; para realizarlos, ellos empleaban la tierra de batán, el natrón y los altramuces machacados. Sí que aparecen menciones a mezclas que efectuaban con aceites y grasas pero el objetivo de estos ungüentos era más bien medicinal. Del mismo modo en Fenicia en el siglo VII a. C. se testimonia el uso del jabón, sobre todo para limpiar los tejidos de algodón y lana.

Al igual que el resto de sociedades antiguas, la civilización clásica también empleó el jabón. Así lo permite atestiguar el descubrimiento de unos restos arqueológicos hallados en la ciudad romana de Pompeya y que han sido interpretados como una fábrica de jabón, datan del II milenio a. C. El testimonio de Plinio el Viejo, autor del siglo I d. C. da fe del empleo del jabón al hablar en uno de sus textos sobre los diferentes tipos de jabones que las mujeres empleaban para tratar sus cabellos. Este autor afirmó que fueron los galos quienes en el siglo IV a. C. inventaron el jabón. Consistía en un fluido espumoso obtenido hirviendo aceites con el agua procedente del lavado de cenizas. Otro autor clásico que nombra el jabón en sus textos es Galeno, del siglo II d. C. Éste autor lo identifica como un producto empleado para el lavado de las prendas y la higiene personal. A pesar de estas menciones, los griegos y romanos más que jabón, solían emplear aceite de oliva para su aseo personal. Ellos embadurnaban su cuerpo con aceite de oliva y arena y después procedían a retirar la mezcla junto con la suciedad mediante un raspador denominado “strigil”.

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Uso del "strigil" acompañado de la mezcla de aceite de oliva y arena. Vaso ateniense de figuras rojas (460 a. C.)

Con la caía del Imperio Romano y las invasiones bárbaras el uso del jabón en Europa entró en decadencia. Sin embargo, el mundo musulmán continuó investigando en el terreno y fueron los primeros en introducir la cal a las cenizas de la lejía, de hecho, la palabra álcali deriva del árabe “al-qali”, cuyo significado es ceniza.

A partir de los siglos VIII – IX en toda la cuenca del Mediterráneo, y más centrado en las regiones de Marsella, Génova, Sabona y Venecia comenzó a florecer la industria jabonera. Durante el siglo XV los jabones elaborados a partir del aceite de oliva entraron en auge, extendiéndose por toda Europa y convirtiéndose en los mejores para el cuidado corporal. Estos jabones fueron los precursores de los jabones actuales.



ELABORACIÓN DEL JABÓN ARTESANAL

Para la elaboración del jabón se han empleado múltiples y variados procedimientos. En esta ocasión vamos a examinar el proceso artesanal de elaboración a partir de dos recetas de jabones que utilizan como ingrediente el aceite de oliva usado. Cuando empleamos el aceite de oliva virgen para cocinar durante varias veces pierde sus propiedades y queda deteriorado. Ante esta situación podemos optar por deshacernos de él o reciclarlo. Tradicionalmente las mujeres rurales del siglo XIX y XX empleaban para blanquear la ropa un jabón fabricado a base de aceite de oliva virgen usado con agua caliente y ceniza de los hogares.

El proceso de elaboración de jabón es muy sencillo, además da gran resultado ofreciendo un jabón cremosos y eficaz. Antes de comenzar es necesario tener en cuenta el uso de guantes de goma para que las manos no entren en contacto con la sosa y nunca deben emplearse recipientes de aluminio o estaño para evitar que expulsen exhalaciones nocivas.

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El aceite de oliva virgen es uno de los tres ingredientes clave para elaborar jabón casero


Receta de Jabón Tradicional

Para elaborar esta receta es necesario proveerse de 3 litros de agua, ½ kilo de sosa caústica y 3 litros de aceite virgen usado. El primer paso es mezclar en el recipiente a fuego caliente la sosa con el agua y remover siempre en el mismo sentido hasta que se disuelva. A continuación se añade el aceite de oliva poco a poco hasta que la mezcla cuaje. Es en este momento, cuando se le pueden añadir elementos como blanqueante para que el color del jabón sea más blanco, o esencias de hierbas o frutas para que adquiera olor agradable. A medida que la mezcla se vaya enfriando, irá adquiriendo un aspecto y tacto sólido. El jabón debe echarse en un recipiente de madera o plástico y esperar a que quede sólido del todo en un par de días. Es entonces cuando podrá cortarse en trozos quedando listo para ser usado.

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Jabones artesanos troceado elaborado a partir de aceite de oliva virgen extra utilizado


Receta de Jabón Líquido

La receta de este jabón casero es muy similar a la anterior, sin embargo, ésta es de jabón líquido que puede emplearse directamente en la cajetilla de la lavadora. Los ingredientes son 8 litros de agua, ¼ de kilo de sosa, una botella de limpiador a mano “Gior”, 2 litros de suavizante y 2 litros de aceite de oliva usado. El procedimiento consiste en disolver todos los ingredientes en un recipiente grande y dejarlo reposar de 7 a 9 días seguidos durante los cuales es necesario ir dándole vueltas con una herramienta de madera. Al finalizar esos días, cuando la pasta se espese adquiriendo el aspecto y tacto similar al del jabón líquido, ya estará listo. Entonces el jabón puede distribuirse en botellas de suavizante y jabón reutilizadas.

Este tipo de jabones artesanos a base de aceite de oliva virgen extra queda totalmente disuelto en el agua y no deja restos de residuos. Es ideal tanto para lavar ropa como suelos pues quedan limpios y brillantes como si estuviesen encerados. Además colaboras en la protección del medio ambiente al ser un jabón ecológico.

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Mujeres lavando la ropa en el río con productos naturales a base de aceite de oliva virgen

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