DeletedUser1329
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Estábamos el otro día mi burro y yo en animada conversación sobre las vicisitudes de la vida, mientras contemplábamos con mirada distraída la portentosa figura de mi secretaria, Pili, que nos preparaba unos martinis. El mío, como siempre, de ginebra y con aceituna y el de mi burro con vodka y cebollita (me molesta ese afán incombustiblemente iconoclasta de este excéntrico cuadrúpedo).
Observé con cierta molestia que la mirada del animal se deslizaba por la espalda de Pili hasta alcanzar situaciones geográficas ya problemáticas, aprovechando una pequeña flexión de mi secretaria, que, como consecuencia de lo escueto de su indumentaria, dejó gran parte de la porción superior trasera de su muslo al descubierto, sin llegar a la procacidad, pero en situación ya comprometida, en el intento de alcanzar la cebollita del pollino, sea dicho esto sin segundas intenciones.
No quise manifestar mi molestia, pues el animal suele cachondearse de lo que llama mis complejos de pequeño burgués, lo que me jode sobremanera, especialmente si se tiene en cuenta que soy yo quien paga las cuentas, lo que me adjudica a mí el papel de cicatero y a él (gorrón inmisericorde), el de dandi, elegante y decadente, especie de Lord Byron a cuatro patas, venido a menos, pero con gafas de sol de diseño italiano.
"Repara, querido Apuleyo, en lo importante que es la arquitectura en la vida. Todo depende de ello, pues en esencia el edificio es en muchos casos equivalente, si no igual, en piezas y distribución, pero distinto en los materiales y la perfección de su ejecución" - afirmó prosopopéyico y doctoral sin quitar la vista de los muslos de Pili, mientras echaba una bocanada de humo de un puro Cohíba Montesco sospechosamente parecido a los que suelo fumar yo.
"Tú no puedes apreciar en toda su magnitud esto que te digo" - afirmó zumbón - "dadas tus limitaciones intelectuales, y alguna pequeña circunstancia personal relacionada con tu edad y el presumible estado de tu próstata, pero este aserto referente a la arquitectura es aplicable a muy diversas facetas de la vida, y entre ellas al divino género femenino que puso Dios en la Tierra para conducir al varón, de la manera en que lo hacen los rústicos con sus rocines: por el ronzal".
"Y con sus burros. En el medio rural también hay burros, y es, por cierto, donde encuentran su total y completa realización como seres semovientes que son" - añadí yo amoscado - "¿No notas en ocasiones la imperiosa necesidad de cargar con unas albardas llenas de estiércol camino de la viña, en el honrado esfuerzo de colaborar con el rústico en el abonado de las Plantas?"
Al oír esto, el burro se giró y me ofreció una deslumbrante sonrisa por toda respuesta, mostrando todos sus dientes, en un alarde ya habitual y doloroso de jolgorio, que me recordó que ese animal tiene los dientes más blancos que los míos y un agudo sentido de la sorna. Y luego, dirigiéndose a Pili le espetó:
"El caso es, Pili, preciosa mía, que estaría yo encantadísimo de llevarte a caballito y darte una vuelta por ahí, para solaz tuyo y para que pueda yo recordar esas servidumbres a las que alude Apuleyo y que parece que he dado en olvidar, lo que no puede ser sano en un ser de mi condición".
Y diciendo esto, se levanta, se pone a cuatro patas y le ofrece el lomo a Pili, quien esta vez sí, al subirse a horcajadas inocentemente sobre ese pedazo de burro dejó expuesta a la pública observación algo más de lo aconsejable, apenas cubierto por un tangita minúsculo que no tapaba ni la imaginación".
Tras girar la cabeza para comprobar la feliz realización de su estratagema, va y me dice:
"Bueno, Apuleyo, me llevo a Pili de excursión, porque es para mí un gran placer que se monte encima de mí a caballito, ¡Quién sabe a dónde podremos llegar desde aquí! una vez ella encima de mí"
Y salió al trote, ... y el caso es que hace dos días que no les veo el pelo.
Observé con cierta molestia que la mirada del animal se deslizaba por la espalda de Pili hasta alcanzar situaciones geográficas ya problemáticas, aprovechando una pequeña flexión de mi secretaria, que, como consecuencia de lo escueto de su indumentaria, dejó gran parte de la porción superior trasera de su muslo al descubierto, sin llegar a la procacidad, pero en situación ya comprometida, en el intento de alcanzar la cebollita del pollino, sea dicho esto sin segundas intenciones.
No quise manifestar mi molestia, pues el animal suele cachondearse de lo que llama mis complejos de pequeño burgués, lo que me jode sobremanera, especialmente si se tiene en cuenta que soy yo quien paga las cuentas, lo que me adjudica a mí el papel de cicatero y a él (gorrón inmisericorde), el de dandi, elegante y decadente, especie de Lord Byron a cuatro patas, venido a menos, pero con gafas de sol de diseño italiano.
"Repara, querido Apuleyo, en lo importante que es la arquitectura en la vida. Todo depende de ello, pues en esencia el edificio es en muchos casos equivalente, si no igual, en piezas y distribución, pero distinto en los materiales y la perfección de su ejecución" - afirmó prosopopéyico y doctoral sin quitar la vista de los muslos de Pili, mientras echaba una bocanada de humo de un puro Cohíba Montesco sospechosamente parecido a los que suelo fumar yo.
"Tú no puedes apreciar en toda su magnitud esto que te digo" - afirmó zumbón - "dadas tus limitaciones intelectuales, y alguna pequeña circunstancia personal relacionada con tu edad y el presumible estado de tu próstata, pero este aserto referente a la arquitectura es aplicable a muy diversas facetas de la vida, y entre ellas al divino género femenino que puso Dios en la Tierra para conducir al varón, de la manera en que lo hacen los rústicos con sus rocines: por el ronzal".
"Y con sus burros. En el medio rural también hay burros, y es, por cierto, donde encuentran su total y completa realización como seres semovientes que son" - añadí yo amoscado - "¿No notas en ocasiones la imperiosa necesidad de cargar con unas albardas llenas de estiércol camino de la viña, en el honrado esfuerzo de colaborar con el rústico en el abonado de las Plantas?"
Al oír esto, el burro se giró y me ofreció una deslumbrante sonrisa por toda respuesta, mostrando todos sus dientes, en un alarde ya habitual y doloroso de jolgorio, que me recordó que ese animal tiene los dientes más blancos que los míos y un agudo sentido de la sorna. Y luego, dirigiéndose a Pili le espetó:
"El caso es, Pili, preciosa mía, que estaría yo encantadísimo de llevarte a caballito y darte una vuelta por ahí, para solaz tuyo y para que pueda yo recordar esas servidumbres a las que alude Apuleyo y que parece que he dado en olvidar, lo que no puede ser sano en un ser de mi condición".
Y diciendo esto, se levanta, se pone a cuatro patas y le ofrece el lomo a Pili, quien esta vez sí, al subirse a horcajadas inocentemente sobre ese pedazo de burro dejó expuesta a la pública observación algo más de lo aconsejable, apenas cubierto por un tangita minúsculo que no tapaba ni la imaginación".
Tras girar la cabeza para comprobar la feliz realización de su estratagema, va y me dice:
"Bueno, Apuleyo, me llevo a Pili de excursión, porque es para mí un gran placer que se monte encima de mí a caballito, ¡Quién sabe a dónde podremos llegar desde aquí! una vez ella encima de mí"
Y salió al trote, ... y el caso es que hace dos días que no les veo el pelo.
te felicito espero que traigas mas cosas al foro